Sobre la exposición de restos humanos

Un estudio revela que los museos británicos toman más precauciones a la hora de exponer momias, huesos y otros restos humanos, incluso de animales, por temor a posibles críticas de visitantes y colectivos pese a que, según las estadísticas, el 91% está afavor de que se muestren.

Fuente: Público.es

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¿Tienen derechos humanos las momias de Egipto? Dicho de otra manera, ¿la exposición de sus restos vulnera su derecho a la privacidad? La pregunta parece un tanto ridícula, pero los museos británicos llevan un tiempo haciéndosela, y la respuesta no es negativa. De repente, les ha entrado miedo.

La socióloga Tiffany Jenkins ha hecho un recuento de esta nueva política en su libro Contesting Human Remains in Museum Collections y el resultado es sorprendente.

El Museo de Londres retiró huesos deformados que revelaban una malformación producida por la falta de nutrición. El Museo de la Universidad de Manchester hizo lo mismo con una cabeza momificada de la Edad de Hierro, de aspecto algo horripilante.

En Manchester cubrieron las momias con sábanas de lino hasta que tuvieron que rectificar por el rechazo de los visitantes. ¿Cuál es el interés de examinar momias si lo único que puedes ver es un trozo de tela?

La galería egipcia del Museo de Bristol expone un cuerpo en posición fetal dentro de una caja que sólo se ilumina si aprietas un botón. Pero sus ataúdes con momias están medio tapados, como si diera vergüenza husmear en su interior. Lo curioso es que todo esto no se debe a ninguna imposición del público. Una encuesta de 2010 revela que el 91% está a favor de que se expongan restos humanos. El 52% dice que con independencia de la edad que tengan. El 27% pide que al menos tengan cien años.

«No es algo exigido por la presión popular, sino por la inseguridad profesional (de los responsables de los museos) dice Jenkins. Desgraciadamente, perjudica a los millones de personas que disfrutan aprendiendo al ver restos humanos, y tiene un impacto negativo en la investigación».

Los museos actúan por una especie de temor preventivo a las críticas. Saben que la sensibilidad de la gente ha cambiado en muchos temas y se adelantan así a cualquier protesta. El Museo de Historia Natural continúa exponiendo animales disecados, pero se apresura a señalar en un cartel que son ejemplares antiguos y que esa es una práctica abandonada.

En la última década, se han dado casos similares a los del hombre de Banyoles. Un museo de Glasgow devolvió antiguas cabezas de maoríes a Nueva Zelanda para que fueran enterradas.

Sí hay un grupo que está contra la exposición de restos humanos. Podríamos denominarlo religioso estirando mucho el significado de la palabra. Se trata de la asociación pagana Homenaje a los Muertos Antiguos.

También opinan de forma similar los grupos druidas, que tienen estatus de religión en Reino Unido, irónicamente definidos en su momento por la revista Spectator como «la religión sin las partes aburridas».

«Nadie es dueño de los restos humanos», señaló a The Guardian Emma Restall, del grupo pagano. «Lo que queremos es que se consulte a la gente local, grupos paganos, arqueólogos y científicos sobre lo que se debe hacer. Es posible que haya que exponer los restos de una forma más respetuosa», añadió.

En cualquier caso, la presión sobre los museos no es muy grande. Son los propios conservadores los que parecen estar echándose atrás, aunque terminarán consiguiendo que nadie vaya a los museos si sólo se pueden ver cajas.

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