«Ding Jinhao estuvo allí»

Fuente: El País.

«Ding Jinhao estuvo allí». Pero ya no queda su huella. Del mensaje que un adolescente chino de 15 años dejó escrito con una piedra en una de las paredes del templo de Luxor ya ha desaparecido todo trazo gracias a la rápida labor de los restauradores. Queda, sin embargo, el gesto con el que el joven dañó uno de los lugares más visitados y admirados del país norteafricano, que data de hace 3.500 años.

Los restauradores utilizaron un líquido especial para borrar el grafiti, descubierto por otro turista chino que lo publicó en su blog para denunciar esta gamberrada. «Me siento avergonzado, fue mi momento más infeliz en Egipto», escribió el compatriota del adolescente.

Después de que varios internautas descubrieran la identidad del joven grafitero, sus padres, que viven en la provincia de Jiangsu, pidieron perdón por el comportamiento del hijo. «Queremos pedir disculpas al pueblo egipcio y a las personas que han prestado atención a este caso en toda China. Ding se ha dado cuenta de la gravedad de su conducta», han explicado en un comunicado.

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Comentarios

  • Rubén Ortiz  El junio 8, 2013 a las 3:33 pm

    inspirado en su ejemplo, me dedico a una etiología del espectador teatral y, bueno, me hallé esto:

    Buenos modales en el teatro.

    ¿Qué reglas debe observar un caballero en el teatro?

    En el teatro deberá
    observar un caballero,
    para dar pruebas de urbano,
    estas reglas o preceptos.

    Al entrar debe quitarse
    modestamente el sombrero,
    y hasta que vaya a salir,
    no ha de volver a ponérselo.

    No debe hacer nunca acciones
    que manifiesten desprecio
    de la función que los cómicos
    en la escena estén haciendo.

    Al contrario, guardará
    siempre un profundo silencio,
    y se abstendrá de fumar,
    aun en los intermedios.

    Si acaso acompaña a otros
    a quienes deba respeto,
    se adelantará a tomar
    las tarjetas para ellos.

    En caso de ir a un palco,
    después que se lo haya abierto,
    ofrecerles deberá
    los más cómodos asientos.

    Francisco de Asis Mardorell
    La urbanidad en verso, 1851

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