Archivo mensual: febrero 2012

Versos de Miguel Hernández

(algunas estrofas de «Llamo a los poetas», 1939).

Dejemos el museo, la biblioteca, el aula
sin emoción, sin tierra, glacial, para otro tiempo.
Ya sé que en esos sitios tiritará mañana
mi corazón helado en varios tomos.

Quitémonos el pavo real y suficiente,
la palabra con toga, la pantera de acechos.
Vamos a hablar del día, de la emoción del día.
Abandonemos la solemnidad.

Así: sin esa barba postiza, ni esa cita
que la insolencia pone bajo nuestra nariz,
hablaremos unidos, comprendidos, sentados,
de las cosas del mundo frente al hombre.
Así descenderemos de nuestro pedestal,
de nuestra pobre estatua. Y a cantar entraremos
a una bodega, a un pecho, o al fondo de la tierra,
sin el brillo del lente polvoriento.

***

Robo célebre que cambió la ley británica

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Por Isabel Niño

El pasado 21 de agosto se conmemoraron dos aniversarios: el centenario del robo de la Mona Lisa en 1911, considerado el más famoso de la historia de una obra de arte (comentado en la tertulia de TV2 en la que participamos), y el quincuagésimo aniversario del robo más famoso de la historia británica.

Con este último nos referimos al robo en 1961 del Retrato del Duque de Wellington de Goya de la National Gallery de Londres.

Dicho robo fue planeado y ejecutado por Kempton Bunton, un tierno abuelo de 115 kilos  con un asombroso parecido a Alfred Hitchcock. Al parecer el motivo de convertirse en ladrón de arte se debía a que no estaba de acuerdo que el gobierno británico gastara una fortuna en la conservación de una pintura antigua y, sin embargo, los ciudadanos tuvieran que  pagar por ver la televisión (En Reino Unido un impuesto anual grava el consumo televisivo).

Con esta motivación ideológica y tras una serie de notas de rescate dirigidas a la policía de Londres, Bunton prometía el retorno seguro de la pintura a cambio de licencias gratuitas de televisión para los jubilados británicos por valor equivalente a la pintura (140.000 libras).

El 19 de julio de 1965, Bunton entró en una comisaría de policía para entregarse. Al comprobar la policía sus antecedentes delictivos vieron con sorpresa que solamente había sido multado en dos ocasiones por negarse a pagar su licencia de televisión.

Bunton fue juzgado y declarado no culpable, ya que el juez se acogió a una anticuada cláusula que estipulaba que Bunton siempre había albergado la intención de devolver la pintura, hecho que así fue. Sin embargo, fue castigado con suavidad con tres meses de prisión por el hecho de haber robado el marco de la pintura, que nunca fue restituido.

Este disparatado robo, sin embargo, hizo mella en la legislación del Reino Unido puesto que en 1968 el Parlamento incluyó en la nueva Theft Act (ley sobre el robo) una cláusula que declaró ilegal “hurtar sin autorización cualquier objeto que se muestre o se conserve para su exhibición pública en un edificio al que tenga acceso el público”, convirtiendo el “préstamo” de Bunton en un delito penal.

Noticia publicada en NIAL Art Law. Gracias a Álex Brahim por el pase.

En la galería


Carl Goebel, «The first Armoury Room of the Ambraser Gallery in the Lower Belvedere» (1875)


Arthur Longlands Grace, «The Discerning Collector»


Jules Alexandre Grun, «Friday at the French Artists’ Salon» (1911)


Willem van Haecht, «The Gallery of Cornelis van der Geest» (1628)


Louis Haghe, «The Medieval Court of the Great Exhibition of 1851» (1851)


Thomas McLean, «One Hundred Years Ago 1805-1905» (1905)


H. Jahn, «The Art Dealer» (1884)


Joan Ferrer i Miró, «The Public Exhibition of Painting» (1888)


Adriaan de Lelie, “La galería del coleccionista Jan Gildemeester Jansz” (1776)


Pieter Christoffel Wonder, “Patrons and Lovers of Art” (1825)


Johann Zoffany, “La tribuna degli Uffizi” (1776)

Fuente de algunas de las imágenes: http://www.liveinternet.ru/users/kolybanov/post201034493/

FRAGMENTOS SOBRE EL CUERPO DEL PÚBLICO. Por Roger Bernat*

El teatro sigue siendo el único lugar de confrontación del público con él mismo como colectivo.
Anónimo citado por J. Rancière, El espectador
emancipado (2008)

El goce del arte es más activo cuando se está sentado. Por esto se os ha proporcionado asientos. Sois más amables si estáis sentados. Sois más impresionables. Estáis más abiertos. Sois más tolerantes. Estáis más resignados si os sentáis. Sois más democráticos. No os aburrís tanto. El tiempo no se os hace tan largo. Os dejáis invadir más fácilmente. Perdéis el mundo de vista más bien. Os perdéis en el anonimato. Perdéis conciencia de vosotros mismos. Os volvéis más maleables. Olvidáis la hora. De pie podrías actuar mucho mejor. De acuerdo con la anatomía del cuerpo, de pie vuestros gritos podrían ser más fuertes. Podrías cerrar mejor los puños. Seriáis más maleducados, a la fuerza. Vuestro goce del arte disminuiría.
Peter Handke, Insultos al público (1967)

¿Donde está el cuerpo del espectador? El espectador es una pequeña cabeza en la oscuridad con los ojos y las orejas bien abiertos, impaciente por ser alimentado de espectáculo, con el pico bien abierto, como el animal en una explotación ganadera. Su cuerpo ha sido domesticado, doblado y finalmente sentado. Cualquiera de las expresiones propias de nuestro cuerpo ha sido previamente dirigida. En el teatro sólo se habla, se ríe, se palmea o se bosteza en los momentos y lugares pensados a tal efecto. El teatro ha sido el campo de batalla donde, a finales del siglo XIX, se libraron todas las luchas por conseguir un espectador disciplinado, capaz de prestar atención a una única fuente de estímulos. Al apagar los luces de la platea y hundir la orquesta, Wagner prefiguró lo que después serían las salas de cine, los salones con la televisión y los contextos de las infinitas pantallas que reclaman nuestra atención. Y aunque 100 años después de la reforma wagneriana ya no nos hagan falta oscuridad y silencio para concentrarnos en un solo objeto, el cuerpo del espectador sigue estando “aparcado”, proscrito de la sala de espectáculos.

Pero para poder olvidar el cuerpo se necesita haber realizado un recorrido previo. Un recorrido que pasa por una educación disciplinaria en la que el niño es obligado a callar, estarse quieto, concentrarse en el discurso del profesor y prestar atención a la pizarra o a la pantalla del ordenador. Una educación que capacita a los futuros ciudadanos para sacrificar su cuerpo a los trabajos para los que han sido formados. La actividad agraria no necesitaba de una educación escolar que domesticara el cuerpo. En cambio la era industrial pide trabajadores capaces de sujetar su cuerpo tras la máquina o el despacho, y la escuela forma a los individuos para conseguirlo. En este sentido se podría decir que el corpus teórico que se ofrece a los alumnos durante su larga formación es que los padres se avengan a dejar a los niños en manos de una institución escolar que los enseñe a sentarse, callar y estar atentos.

El nacimiento de la industria y los nuevos puestos de trabajo viene acompañado de la aparición del ocio. El mundo agrario disponía de un tiempo libre menos formateado que el mundo industrial, sujeto a horarios prefijados, recorridos marcados y espacios específicamente dedicados a determinadas actividades. El ocio, el perfecto correlato del trabajo, se configura siguiendo los patrones de este: necesita de espectadores formados, horarios establecidos y espacios prefijados. En estas condiciones es difícil imaginar las posibilitados de éxito del arte, tantas veces necesitado de redimir y emancipar sus espectadores cuando gran parte de la literatura dramática está sujeta a la trampa de su propio medio. Aventuras como la de Brecht y Artaud son indicios de una rebelión contra el determinismo de una historia del teatro prisionera de sus propios anhelos. El arte dramático, en la misma línea que las instituciones educativas y laborales, construyó teatros para conseguir la plena atención del auditorio y obliga al espectador a prescindir de su cuerpo.

La historia de los cambios sufridos por el edificio teatral para llegar a las configuraciones que conocemos en la actualidad es la fiel reproducción de los cambios que sufre nuestra sociedad en los últimos siglos. No es casualidad que una de las mayores preocupaciones de los arquitectos de los teatros haya sido ser fieles al marco social en el que se insertaban y, en algunos casos, acelerar los cambios sociales que se gestaban en la política. De la platea de herradura con desigual visibilidad, a la igualitaria platea semicircular pasan poco más de unas décadas: las que nos traen de regímenes más o menos totalitarios a las democracias que ahora conocemos. Unos y otras no dejan de enfrentarnos a espectadores sin cuerpo, la voz de los cuales sólo es escuchada al final del espectáculo; como en nuestras democracias representativas donde las voces de los votantes son escuchadas tras los cuatro años que dura la legislatura.

Quizás sólo haga falta apelar a nuestra experiencia personal para darnos cuenta de la necesidad de reivindicar el cuerpo. Tras estar 8, 10 o 12 horas sentados ante las diversas pantallas que nos acompañan, la perspectiva de sentarse ante la pantalla que dibuja la embocadura del teatro es a menudo desencorazonadora. El deporte, por otro lado, que es la reinvindicación atlética del cuerpo, nos enfrenta a una imagen demasiada simplificada del colectivo del que formamos parte. Es responsabilidad del teatro, un espacio donde los ciudadanos son convocados para reconocerse como grupo, recuperar su apellido dionisíaco y volver a poner en escena el cuerpo del espectador. Las nuevas tecnologías nos lo hacen cada vez más próximo aun cuando las redes sociales sean la versión descorporeizada del espacio teatral. Las ciudades necesitan volver a introducir espacios públicos de contacto crítico entre los ciudadanos. Y estos espacios no pueden prescindir del cuerpo que es el espacio primigenio del deseo. La voz sin cuerpo sólo es vehículo de poder. La presencia del cuerpo, incluyendo la del espectador, está llamada a atemperar la multiplicación desproporcionada de la palabra.

* Notas para una sesión de trabajo a propósito de “movs: espacio para el intercambio internacional de la danza y las artes del movimiento” que tuvo lugar en el Centre de Arte Reina Sofía del 10 al 13 de Junio del 2010.

The Maiden Heist, 2009

Anna Moreno menciona esta comedia. Tres guardias de seguridad de un museo, después de treinta años en contacto con las mismas obras de arte, han desarrollado un profundo vínculo emocional con ellas. Por eso, cuando se decide trasladadas a un nuevo museo, los tres tramarán un plan para robarlas y devolverlas a su lugar original.

Bande à part – Corriendo por el Louvre

Al hilo de las escenas de museos que subimos el otro día, el amigo Mauro nos recuerda esta escena de la película Bande à part, de Godard, 1964.

Comparando un museo y una iglesia

Por Clàudia Guillén, Albert Romagosa y Xavier Terris

Vigilantes y vigiladas

Infiltración en el museo. Suplantación de la figura de autoridad y provocación a la misma. Por A. Altimiras, A. Gabilondo y M. G. Rodríguez.

En la primera parte, nos hacemos pasar por vigilantes, acosando y llamando la atención a los visitantes por diferentes motivos, absurdos o no. La reacción es siempre de subordinación.

En la segunda, tocamos las obras del museo y hacemos saltar las alarmas acercándonos demasiado a las piezas esperando la reacción de los vigilantes de verdad. El resultado es que nos miran de lejos y hasta lo encuentran gracioso, tres chicas no parecen ser una amenaza. Llaman más la atención por sacar una cámara que por tocar las obras.

Escenas cinematográficas en museos

Looney Tunes, «Funny Paintings»

Hitchcok, Vertigo

LA Story Museum scene

Hellsing Ultimate III Anderson Museum Scene

Batman: Joker Museum Scene

Hitchcock’s Blackmail (1929) – The British Museum pursuit scene

Bande à part, de Jean-Luc Godard

Normas de comportamiento en una iglesia católica (y en un museo)

Fuente: catolico.org

Antes de leer, recordad: LA IGLESIA QUE MAS ILUMINA ES LA QUE ARDE!!! 1199396573_f

 

 

 

 

 

 

 

 

Algunas reglas que funcionan tanto en iglesias como en museos: de los objetos de culto al culto de los objetos.

En la Iglesia:

Prohibidos chicles, comidas y bebidas.
Vestir decorosamente.
Evitar escotes y vestidos provocativos; evitar jeans, pantalones apretados, shorts, camisetas.
Mantener el teléfono (mobil) apagado. Nunca utilizarlo en la iglesia.
Persignarse con agua bendita al entrar. Nos recuerda nuestro bautismo y borra los pecados veniales.
Hacer genuflexión ante el sagrario (tocar el suelo con la rodilla derecha).
Guardar silencio por respeto, para facilitar el recogimiento y la oración.
Evite conversaciones y cualquier distracción.

En la misa:

Saber cuándo sentarse, arrodillarse y pararse.
Participar en las oraciones y los cantos.
Cuidar de no hacer ruido con los reclinatorios al levantarlos y bajarlos.
Sentarse con postura decorosa.
No acostarse en los bancos.
No aventar pedos por el ano.
Enseñar a los niños a comportarse.
No correr por la Iglesia.

Para comulgar:

Es necesario practicar la fe católica y estar en gracia de Dios para ir a comulgar.
Respetar la hora del ayuno.
En la fila estar recogidos en oración y no andar saludando.

En la confesión:

Mantén una distancia prudente con el cura. Una mala interpretación de la frase bíblica «Dejad que los niños se acerquen a mi» (muy habitual entre el clero) puede acarrearte graves disgustos. Ten cuidado de los pederastas. Lo mismo en los estudios de los artistas: ten cuidado con el artista que quiere hacerte un desnudo al natural. Analiza su obra y saca tus conclusiones.

 

Normas de comportamiento en una iglesia de Tianjin, China

Fuente: http://aquienlachina.wordpress.com

No teléfonos
No escupir
No fumar
No amor
No hacer ruidos altos
Vestir apropiadamente
No comer ni beber
No llevarse nada
No destruirlo todo

Normas para la visita en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)

Fuente: MNAC

Normas para la visita en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)

Durante la visita al Museu Nacional d’Art de Catalunya (en adelante MNAC) es obligatorio respetar las normas establecidas en este documento, aprobado por la Comisión Delegada del Museo, en fecha de 13 de mayo de 2010.

Acceder a las instalaciones del MNAC implica la aceptación de estas normas.

El visitante deberá mantener el orden y evitar, en cualquier momento, producir peligro o malestar, dificultar el normal desarrollo de las actividades o deteriorar las instalaciones de los espacios públicos del MNAC, y tiene el deber de velar por las obras de arte y por el Museo, ya que es patrimonio de todos.

El MNAC puede ejercer el derecho de admisión si el visitante incumple las normas establecidas en el momento de acceder a las instalaciones o cuando ya se encuentre realizando la visita.

El público está sometido a un control de bolsos, paquetes, equipajes, efectos personales y a videovigilancia. En caso de detectarse un objeto prohibido, el acceso puede ser denegado.

El acceso a las colecciones no es libre y se debe adquirir el billete de entrada, según las tarifas vigentes aprobadas por el Patronato del Museo.

El Museo se reserva el derecho a modificar estas condiciones de acceso.

Ámbito de aplicación de la normativa. Las personas

En todo momento, los visitantes están obligados a ajustarse a las indicaciones del personal de atención al público, del personal de seguridad, así como del personal del Museo debidamente acreditado. Cualquier excepción a esta normativa tiene que estar autorizada por el Museo, con las fórmulas que sean pertinentes en cada caso.

[…]

Tienda/librería

No se permite el acceso a la Tienda/librería a menores de edad no acompañados por adultos.

Protección de personas, bienes, obras y edificio

Para facilitar la protección de las personas, los bienes, las obras de arte y el edificio y no alterar el buen transcurso de la visita al Museo, es obligatorio respetar las siguientes normas de convivencia.

La colaboración de todos es muy valiosa para ayudar a proteger las obras de arte para las generaciones futuras.

Lo que no se puede hacer:

Antes de entrar

Acceder descalzo, completa o parcialmente desnudo (a excepción de las actividades específicas que organice el MNAC).
Acceder bajo los efectos del alcohol o cualquier tipo de estupefaciente.
Introducir bicicletas, monopatines o patines.
Acceder con animales (excepto perros guía).
Llevar armas de cualquier tipo u objetos que puedan usarse como tales (excepto en los casos establecidos).

Dentro del edificio

Comer y/o beber en espacios no habilitados al respecto.
Fumar. El Museo es un espacio sin humo.
Correr.
Producir ruidos innecesarios (utilizar aparatos de radio y otros aparatos eléctricos) o comportarse de manera que se pueda molestar a otros visitantes.
Subirse o apoyarse en las paredes y estirarse en el suelo o sentarse en las escaleras impidiendo el paso.
Hacer fotografías con flash (o foco) y/o trípode en las zonas públicas del Museo, incluidas las salas de colecciones.
Hacer fotografías donde haya prohibiciones específicas, por ejemplo, en la Sala Picasso.
Tocar las obras de arte, sus soportes, las vitrinas y la rotulación informativa.
Introducir bolsos de más de 35 x 35 x 25 cm. En caso de estar permitida la entrada de una mochila, se deberá llevar delante.
Llevar abrigos, gabardinas o ropa, en general, de grandes dimensiones.
Introducir paraguas, objetos con punta o peligrosos que puedan dañar las obras de arte.
Dibujar con cualquier técnica excepto a lápiz, pero siempre a dos metros de distancia de las obras. Para utilizar otros sistemas de dibujo o pintura, se deberá pedir autorización expresa.
Para acceder a la sala como copista, se deberá pedir autorización expresa al departamento correspondiente.
Subirse sobre objetos, soportes y vitrinas.
Indicar con objetos (trípticos, lápices, etc.) o con el dedo cerca de las obras de arte.
Acercarse a las obras de arte a una distancia menor de 60 cm.
Dejar a los niños sin control. Se debe mantener el control de los menores en todo momento dándoles la mano. Se recomienda no llevar a los niños en brazos para evitar posibles accidentes sobre las personas o las obras de arte. El Museo dispone de cochecitos para niños.

Disposiciones relativas a los grupos con educador/a del Museo, grupos con guía externo/a (guías oficiales o profesores/as) y grupos sin guía.

El Decreto 5/1998, del 7 de enero, que regula la actividad de guía turístico, establece que solo están habilitadas para realizar la actividad de guía en los recintos de los museos, las personas acreditadas como guías turísticos en Cataluña, las personas que se dedican a la enseñanza, acompañados por sus alumnos, el personal al servicio de la Administración con visitas institucionales y el personal empleado y los servicios pedagógicos de los museos.

Los grupos escolares serán de un máximo de 25 alumnos para los grupos de Educación Infantil y Primaria, y hasta 30 alumnos para los grupos de Educación Secundaria y Ciclos Formativos, sin contar los acompañantes. El Museo, previa información de la escuela y teniendo en cuenta las características de alguna de las actividades del programa escolar, podrá reducir la ratio de alumnos por grupo. Los grupos no escolares pueden ser de, como máximo, 30 personas sin contar los acompañantes.

Todos los grupos con educador/a interno/a, grupos con guía externo/a (guías oficiales o profesores/as) y grupos sin guía deberán realizar reserva de visita, llamando al número de reservas del Museo.

Los/las educadores/as del MNAC llevan un distintivo propio en un lugar visible que los/las identifica como guía autorizado para realizar la visita. Igualmente, los/las guías externos deben estar identificados como tales, es decir, llevar en un lugar bien visible su acreditación correspondiente.

El/la guía y/o educador/a del grupo será en todo momento el/la responsable del grupo que lleve y el/la encargado/a de hacer cumplir las normas. El grupo tiene la obligación de permanecer junto durante toda la visita.

Los grupos de niños de edad inferior a los 16 años solo son admitidos en los espacios públicos del Museo si van acompañados por un adulto (18+) que controle y supervise su comportamiento durante la visita.

El personal que realiza las funciones de guía deberá ser inflexible con estas normas, como responsable del grupo de visitantes. En el caso de que alguno de los integrantes del grupo las incumpla, el educador/a primero mediará con el responsable/acompañante del grupo y si la actitud persiste, informará al controlador, y este al jefe de equipo que, junto con el responsable de gestión de público, se dirigirá al lugar del incidente para actuar en consecuencia.

Directrices generales para la visita

En beneficio del resto de visitantes del Museo, es importante mantener un volumen de voz moderado.

Poner el teléfono móvil en silencio y, si es preciso usarlo en las salas de exposición, hablar en voz muy baja.

Las fotografías y grabaciones de vídeo no pueden ser reproducidas, distribuidas o vendidas sin permiso del Museo. En caso de incumplimiento, el Museo se reserva la facultad de emprender las acciones legales que considere oportunas.

No se puede correr por las salas, para evitar accidentes y posibles daños a las obras de arte.

Los jóvenes mayores de 16 años pueden acceder al Museo sin necesidad de ir acompañados de un adulto o formar parte de un grupo escolar o de ocio.

Los/las profesores/as, los/las educadores/as, los/las guías o los/las acompañantes de los grupos son responsables de todos los miembros que acompañan.

En caso de evacuación, se deberán seguir las instrucciones del personal del Museo.

Aforo de las salas: el Museo, en cumplimiento de la normativa legal, adapta el aforo a los criterios de seguridad y de conservación preventiva.

Todas las personas que no cumplan estas normas pueden ser invitadas a salir del recinto por el personal del Museo o de Seguridad. Eso sin perjuicio de las acciones legales que se puedan tomar contra estas personas o sus actos

Solo las personas autorizadas por el Museo podrán vender u ofrecer a la venta artículos a los visitantes dentro de los espacios públicos del Museo.

El personal de atención al público dispone de información sobre los servicios y espacios del Museo, por lo que se recomienda dirigirse a este personal para realizar cualquier consulta, así como cualquier sugerencia que se crea oportuna.


Foto: Carlos Irazabal.

Ataques a obras de arte

Ataques a obras de arte famosas: ¿accidente o imprudencia?

Vandalismo en la Fuente del Moro, Piazza Navona, Roma

Hillary Clinton y la Virgen de Guadalupe

En donde se muestra cierto desconcierto de la Secretaria de Estado ante la imagen de la Guadalupe: Si es una pintura, ¿quien la ha pintado?

El zorro en el museo, de Francis Alÿs

Una propuesta de Francis Alÿs en la que introduce un zorro durante una noche en el National Portrait Gallery de Londres.

The Modernists, de Amie Siegel

Un proyecto de Amie Siegel sobre cómo las personas se comportan junto a obras de arte en los espacios públicos y domésticos.

The Modernists, 2010, two c-prints; video projection, colour/silent

The Modernists cross cuts a personal archive of travel photographs and super-8 films of a husband and wife couple from the 1960s through the 1980s. Re-focused and reassembled, these static and moving images examine the domestic camera’s gendered, repetitive relationship to sculpture, fashion, and private/public performance.

Gracias a Oriol Fontdevila por el pase.

El hombre elefante (Trailer)

Fíjense en lo que dice la voz en off de este trailer:

Puede establecerse cierto paralelismo entre la figura de John (o Joseph) Merrick, el llamado Hombre Elefante, y la obra de arte incomprendida, muchas veces surgida desde abajo, no aceptada por las academias y apreciada al principio sólo por algunos entendidos. Obra Elefante que gritaría: «¡No soy una mierda! ¡Soy una obra de arte!».

Audience as Subject

Audience as Subject, Part 2: Extra Large
February 18-May 27, 2012
Yerba Buena Center for the Arts
701 Mission Street
San Francisco CA 94103

Gracias a Montse Romaní por el pase.

Yerba Buena Center for the Arts presents Audience as Subject, Part 2: Extra Large, from February 18 through May 27, 2012. Audience as Subject is a two-part exhibition that considers the audience broadly as a living organism of participating viewers of live events. It includes artworks that illuminate audiences as collective bodies as well as the individuals who comprise them. It asks: What is the civic potential implied by different publics? Why focus on the audience of live events rather than the performer, actor, or stage? What can be gleaned about our humanity from artists’ representations of audience behavior? What is satisfying (and frustrating) about being in a crowd during a live event? French philosopher Alain Badiou asks: «Why would a crowd which does not revolt against flagrant injustice actually constitute itself as a collective subject through the grace of a theatrical summoning?» While these works acknowledge the role of media for disseminating images of live events, as well as the widening impact of virtual experiences of these events, this exhibition hopes to reconsider corporeal experience as a primal site of social collectivity, exchange, and potential.

Part 2: Extra Large focuses on three general categories of live events-rock concerts, sports, and political rallies-all of which are sites for large gatherings of people, who in the moment of their collectivity share a common experience as a member of a public. Various publics are depicted through their styles of congregation and behavior, with individuals performing roles such as enthusiast or protester, within a unique and singular crowd. Repeatedly in these images, audience members are interacting directly with each other-psychically and emotionally-as well as engaging spectatorially with the object of their gaze-a band, a soccer match, a political speaker.

For artists Wang Qingsong, Melanie Smith, Rabih Mroué, Andrea Bowers, and Alexey Kallima, the public forums of the conference, street, and stadium frame the actions of the audience in political terms. For photographers Ryan McGinley and Elaine Constantine, the rock concert is a space where normal identities are replaced with exhilarated behaviors by revelers absorbed in the power of music. Andreas Gursky’s hyper-panoramic view of an outdoor crowd retains access to details about individual fans swept up into a collective gesture of adoration. The devotees of the New Wave band Depeche Mode, interviewed in Jeremy Deller and Nick Abrahams’s video, provide something of a back story to the scenes of fandom on view elsewhere. Stephen Dean, Gonzalo Lebrija, and Paul Pfeiffer’s sports fans conform to the rituals of spectatorship for particular sports-soccer, boxing, or basketball. All these ways of expressing dreams and desires suggest the potential power of the populace-at-large to positively affect political structures and/or coalesce to enjoy together the pleasures of being immersed in the synthetic energy of the crowd.

Audience as Subject is curated by Betti-Sue Hertz, YBCA Director of Visual Arts. Part 1: Medium took place October 30, 2010 to February 6, 2011 and focused on medium-sized audiences and audiences as social citizens and participant viewers of cultural events at theaters, cinemas, TV studios, and plazas. It included works by Gabriel Acevedo Velarde, caraballo-farman, Stefan Constantinescu, Danica Dakić, Adrian Paci, Shizu Saldamando, and Ulla von Brandenburg.

El robo